Un Fabbiani en Harvard.
Hay vidas pasadas que por su rico testimonio existencial se proyectan raudas al futuro presente sin sospecharlo.
Fabio Fabbiani es un joven venezolano que se ha hecho viral en redes sociales por ser aceptado en la mejor universidad del planeta tierra.
Fabio entró en Harvard, pero quizás en su novel ilusión este púber no comprende todavía que a través de su singular logro académico, las puertas de Harvard se nos abrieron de par e par un poco a todos los venezolanos que persistimos en encontrar salidas de este complejo laberinto existencial.
Venezuela atraviesa el peor instante de su historia.
Es muy probable que nisiquiera nuestros aborígenes originarios nunca atravesaran una tragedia nacional como la que hoy vivimos los hijos de Bolívar.
La Guerra de Independencia y la Guerra Federal no dejaron al país en el estado de ruina general en que lo ha sumido el chavismo.
El último capítulo de la guerra híbrida que nos realizan impunemente, es uno de macabra factura psicológica.
Nuestros enemigos jurados se han propuesto malograr nuestro gentilicio, manchando nuestro prestigio con su roja tinta indeleble.
El narcoregimen pretende por todo medio posible asesinar nuestra reputación común.
Los venezolanos sufrimos hoy la ejecución en vivo y directo de un innegable genocidio moral transnacional.
Todo, por qué unos crápulas maléficos decidieron vaciar las avernales cárceles que ellos mismos procrearon.
Jaulas insufribles repletas de criminales de altísima peligrosidad enviados expresamente al mundo desarrollado para destruir la imagen de nuestro iniciante, joven y desprotegido exilio patriótico.
Por todo lo anterior Fabio Fabbiani ha tenido inusual resonancia en todas las redes sociales de amplio espectro en estas últimos días.
Su ingreso a 15 prestigiosas universidades norteamericanas se ha convertido en un símbolo inequívoco de éxito para la comunidad Venezolana en particular y latina en general.
La excelencia destacada de este muy joven venezolano de bien, se impuso en redes sociales ante la espectacularidad noticiosa del "Tren de Aragua" y sus hazañas ultra negativas.
Algunos extranjeros descubren de súbito que toda la comunidad Venezolana no es una de total carácter hamponil, otros nos empiezan a observar con pupilas de admiración, respeto y de consideración a todo lo que hemos sobrevivido.
Este hecho particular y personalísimo que motiva a este joven sin saberlo todavía.
Es Fabio un recién salido de la adolescencia quizás no muy consciente todavía de la positiva imagen grupal con que nos ha arropado a todos los venezolanos que existimos fuera de nuestro terruño vital.
Fabio Fabbiani tuvo que salir de su país por toda la grave situación económica, social y política que todos conocemos muy bien.
Él y otros 9 millones tuvieron que huir de su hogar desplazados por un cartel narcotráficante, terrorista y genocida transnacional.
Sus padres responsablemente tuvieron que llevárselo de su espacio geográfico originario para que pudiera brindarse las oportunidades que una premeditada guerra híbrida le ha negado.
Y quizás en él, en su inusitada gesta emblemática, quiero yo ver un poco, y también ilusionarme veridicamente, de los próximos triunfos futuros de otros muchos venezolanos buenos, decentes y nobles sobre las terribles pifias de otros compatriotas menos agraciados en su ética personal.
Fabio es bisnieto de Luis José Fabbiani Álvarez conocido en nuestro estado Sucre como "El Mocho" Fabbiani.
Personaje popular de antigua solera cumanesa y particular sensibilidad social, cuya actividad destacada.marcó positivamente los años 50 tas y 60 tas del siglo pasado.
"El Mocho" Fabbiani fue un servidor público sin cargo alguno, una individualidad colectiva que dedicó mucho tiempo de su recorrido vital a prestar ayuda desinteresada al prójimo.
Sus relaciones personales con Presidentes de la República y Ministros del ejecutivo nacional en Caracas, fueron usadas exclusivamente para apoyar a cualquier paisano desvalido que tuviera alguna desesperante necesidad urgente.
Hoy recuerdan a Don Luis José cómo un hombre alegre, honrado, sensible y solidario con los requerimientos de sus conciudadanos en algún trance infortunado.
Nunca se lucro este honesto sucrense de ningún amigo poderoso para provecho personal, jamas uso sus influencias para granearse un contrato o para conseguir una prebenda financiera para propio pecunio.
Sino que esté sucrense de inmodificable código moral "molestaba" a sus encumbrados amigos privilegiados solo para solventar la carestía de todo aquel humilde ciudadano que tocare suplicando a su amplio portón espiritual.
Luis José Fabbiani utilizó el humor ingenioso, la sátira oportuna y la chanza ocurrente para aliviarse el paso accidentado por ese corto viaje inverosimil que fue su vida.
En sus prolijas humoradas celebres y celebradas "El Mocho" jamás disminuyó a nadie, ni tampoco redujo a otro ser humano al escarnio de la humillación vil.
Se reía con el otro y no del otro.
Por múltiples testimonios de gratitud que hemos recopilado sus descendientes, nos atestiguan sobradas evidencias irrefutables de una vida fértil donde sobreabundó el desprendimiento monetario, una existencia plácida dónde floreció la verdadera empatía con el desposeído, y sobre todo se carácterizo este hombre de su tiempo con un constante desvivirse en amistad sincera, dónde sobró el amor genuino a su amado pueblo de Sucre.
Tuvo columnas semanales en la prensa escrita y no dudo este hombre de ley en afinar su chopo de tinta veraz para denunciar injusticias y despropósitos cometidos por los gobernantes de turno.
Él débil fue su causa y el descamisado su misión.
Don Luis José Fabbiani Álvarez a pesar de su ingenio nato, ni en sus sueños más descabellados siquieran imaginó que a 54 años de su fallecimiento, un bisnieto suyo llegaría a ingresar en la universidad que cuenta con la mayor cantidad de exalumnos:
Presidentes de Estados Unidos (ocho),
Multimillonarios vivos (188) ,
Premios Nobel (162),
Ganadores del Premio Pulitzer (48),
Ganadores de la Medalla Fields (siete),
Becarios Marshall (252)
y Becarios Rhodes (369).
Entre los exalumnos de Harvard también se incluyen:
Nueve ganadores del Premio Turing ,
Diez ganadores del Premio Óscar y
108 medallistas olímpicos ,
incluyendo 46 ganadores de medallas de oro.
Desde las lejanas Europas congratulo efusivamente a mi tío y primo por este importante logro familiar.
Estoy ahora momentáneamente fuera de mí gran país, pero les declaro que mi país nunca jamás ha abandonado mí vapuleado pecho incandescente.
Intento (cómo todos) mantener viva la "candela interna" de libertad que subsiste inextinguible en mis entrañas, y alimento a diario con leña de esperanza ese fuego sagrado que nutre ávidamente mi alma irredenta.
Toda mi nación es definitivamente mi familia extendida y lo que a ella le acontezca me concierne, me duele y me importa en demasía.
Las tribulaciones que afectan a nuestra Venezuela no dejarán nunca de aquejar mi espíritu, ni aún cuando ya no subsista en este tupido plano dimensional que nos asfixia circunstancialmente.
Pero deseo expresar en estás letras inconexas que esta meta individual es orgullosa cumbre genética y heráldica común para quienes compartimos el limpio y noble apellido Fabbiani.
Apellido de añejo origen corso cuya providencial anidación en tierra de gracia se remonta al año de 1805.
Desde ese arcano año estamos contribuyendo sostenidamente los Fabbiani en la historia de nuestro estado Sucre.
Podemos declarar sin falsa modestia que un bisnieto de Cumaná es hoy acreedor de méritos académicos suficientes para coronar un singular e importante logro internacional.
Esta noticia expansiva (en su felicidad contagiosa) la reseñó ayer de costa a costa el canal estadounidense Univision.
Y la mostró especialmente en su noticiero, por qué está buena nueva es la cima del éxito estudiantil en una frase, y esto debemos reconocerlo los que creemos firmemente que la excelencia personal es indeleble marca de origen venezolano.
Si todo sale bien (y saldrá) este joven tiene un promisor futuro en la política norteamericana.
Y me atrevo a visionar que en el futuro cercano este novel compatriota tendrá mucho que ofrecer en el desarrollo político y económico de su propio país natal, un vez que este se liberé del inefable yugo rojo que momentáneamente le oprime la irrefrenable yugular.
El futuro promete, la sangre nueva se impone y esas promesas nos otorgan la esperanza cierta de que toda esta pesadilla terminará pronto y para bien.
Todo tiene su culmen y todo cumple su ciclo en la ida y vuelta en este caleidoscopio interminable de universos paralelos que mientan vivir.
En Fabio Fabbiani intentó otear con ihntuición zahorí la Venezuela que nos promete (y cumplirá) María Corina Machado.
Un paraíso terrenal cautivo de negras fuerzas atávicas y telúricas que no tienen otro camino que reventar sus cadenas y rebelarse.
En esa promesa paga, quiso creer el padre unigénito del pueblo.
Quiso, pudo ser y será que un día de estos nos levantamos todos con la ansiada noticia de que Venezuela amaneció libre, despojada de rojas cadenas, celebrante de espiritu, alegre de corazón y definitivamente aliviada de infernales cargas absolutamente inmerecidas.
Fardos inconmensurables que nunca débio soportar nuestro deprimido lomo injustamente latigueado.
Y todo terminará así sin aviso, como pasa de un momento a otro el rugir de la tormenta, como escampó el diluvio universal, lentamente como emerge la centella matutina desde la unánime oscurana que intenta a diario encarcelarla.
Y habrá que apurar equipaje ligero, por que la mar y sus temporales arenas cálidas nos aguarda para acunarnos en su aliviante corriente elisea.
Habrá que acelerar paso de potro fino como quien surca a rienda suelta los indescifrables llanos de Apure en las inclemencias del verano criollo.
Cederá finalmente la neblina espesa que oculta al tepuy onírico de nuestras inexploradas esperanzas increíbles.
Y entonces iremos juntos surcando cielos extraños y atravesando infranqueables masas continentales, tal y como lo hacen esas incansables aves migratorias que no se detienen nunca y no reparan en cansancios hasta el remontar la fijación cardinal del portal paterno.
Los venezolanos decentes y honorables debemos repatriarnos por cualquier medio posible al maternal destello vital que inicialmente nos alumbró a este mundo.
Debemos iniciar el eterno retorno que culmina en el amanecer mismo de los tiempos.
Tenemos y debemos los patriotas qué bregar nuestra propia liberación nacional.
Por qué de cierto les digo, que Venezuela es nuestro espacio vital único, donde todo nos fue, nos es, y nos será enteramente posible y lograble.
Volver al origen hermanos míos, regresar al núcleo central que nos convoca, como el horizonte natal atrajo de manera irresistible a José Antonio Pérez Bonalde, cuando este bardo inmortal con su particular "retina de Triana", se aproximó emocionado a las brumosas costas vírgenes de su tierra añorada, y la hizo suya infinitamente en un suspiro nostálgico que se proyectó al infinito.
Todo es posible, TODO!
Miguel Méndez Fabbiani.
Director del Centro Internacional de Derechos Humanos Justicia y Libertad.